Plínio Palhano
MEMORIAS DE LA PIEL

A esta nueva serie la he titulado Memorias de la Piel buscando un significado en la soledad de la zambullida en la pintura.

Al alzarme para el primer salto de ese ejercicio en el camino pictórico, y utilizando conceptos fundamentes del arte, busqué, cuando joven, encontrar un paraíso espiritual, quizá aguas límpidas y templadas, en el incomparable paisaje, una Idea al estilo Paul Gauguin. Pero la sorpresa me condujo cerca de lavas revoloteadas, nada que recordase un paraíso calmo y traslúcido sino nada más que movimientos semejantes a brazadas en una materia volcánica, como en el intento definitivo de salir de una espira que muestre siempre una ecuación interminable, como si fuera a hallar la solución para un infierno de los símbolos y los números. Porque la pintura nunca nos deja en paz cuando estamos tan cerca de ella. Y me sorprende oír lo que afirman algunas personas: a la pintura ya nada le queda por decir. Así lo han dicho varias veces el siglo pasado...

Para mí sin embargo, la pintura sigue abrigando múltiples cuestiones y atrayendo con su fuerza natural. Y aquellas afirmaciones falaces nunca me han impresionado ni convencido, porque yo era testigo, a través de mi propia experiencia, que lo que decían no era verdad. Y no serían las palabras autorizadas e influyentes que me irían a convencer.

Menos mal que al artista lo envuelve un universo propio, y cuando está en su momento de trabajo – me refiero a los que hacen avanzar su pensamiento y lo desarrollan –, cree en aquello que, para muchos, sería algo desechable; y las historias de gran número de artistas corroboran lo que digo. Por otra parte, lo que también se publica actualmente es que la pintura está “retornando”, lo cual no es un hecho nuevo para mí: sigo coherente, al igual que otros artistas, trabajando mi pintura de manera independiente.

Al utilizar el cuero de buey para las impresiones en las grandes lonas de esta serie, imaginé que sería como un pincel que dejase sus marcas, o una mirada que se volviera hacia la experiencia de la pintura de nuestros ancestrales y hacia el gesto que pudiera registrar símbolos de la sangre, de la carne, de la vida y de la espiritualidad; como si abriese un libro y volviese sus páginas con una velocidad que mostrase todas las ilustraciones en una percepción de palimpsestos nerviosos que ofreciese una idea compacta del conjunto de la Historia, desde las primeras pinturas, en las que se deseaba la caza, mediante la invocación de la magia, al concepto que hoy vivimos de la imagen y del pensamiento plástico que existe en nuestras mentes.

El color predominante es trabajado en un agotamiento del cual intento sacar no solamente su carga simbólica sino sus vibraciones naturales, unos sobre los otros, a un ritmo pensado y eléctrico, entretejiéndolos para equilibrarles las fuerzas. El color de tierra quemada como sombra de la carne, de la materia, para poner de relieve las marcas negras que remitan al cuero entero y de las partes que recorté, dándoles forma a las máscaras, a los símbolos geométricos, a la cabeza y a las patas del animal en las cuales hago referencia a Picasso, a su “toro” majestuoso en Guernica, que vibra en la mente como uno de los más grandes símbolos del arte del siglo XX.

Introduje impresiones con otros colores para sugerir un dinamismo y salir de la casi monocromía, que incluyera otras visiones en la misma serie, como los rojos puros, los ocres, los dorados, los bronces, los azules, dejando sus significados producidos por el inconciente.

Poco a poco, mientras realizaba los trabajos, intentaba descifrar lo que yo en verdad creaba. Sólo hoy puedo realmente hacer una lectura apasionada y tener una mirada más apaciguadora, porque, en el proceso de construcción, siempre me llega un dato impulsor para producir “aquella” obra específica, sin una razón aparentemente racional. Las imágenes, las texturas, los colores, el motivo surgen sin cualquier connotación clara. Se muestra obscura, originada quizá de las manifestaciones de la memoria,que después se aclaran en la comprensión natural de la vida.

Olinda, mayo de 2009

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