Plínio Palhano
ENTREVISTA

Entrevista realizada, en abril de 2004, por las estudiantes Lílian de Carvalho Soares y Ceci Medeiros, alumnas del curso de Artes Plásticas de la Universidad Federal de Pernambuco, Brasil, como parte de investigación destinada a estudios sobre Historia del Arte Pernambucano.

¿Cómo y cuándo despertó Ud para el arte?
PP - Nunca me he preocupado por saber cuándo desperté realmente para el arte. Creo que siempre he confundido arte y vida. Por lo tanto, no he tenido tiempo para sentirme despertado para el arte. En realidad lo que ocurrió fue un primer contacto con la literatura relacionada al arte, como la historia y la vida de los artistas, de los más representativos y creadores. A partir de esas noticias históricas, empecé, autodidácticamente, a interesarme por trabajar con la creación.

¿Qué apoyo recibió Ud cuando decidió ser artista plástico?
PP - Creo que cuando el joven se interesa por producir algo relacionado a la expresión artística, lo que él tiene es más deseo que apoyo. Y eso es esencial para toda su vida. Es como si al principio pescáramos ese apoyo y llegáramos a lograrlo, contando con la paciencia de los que nos lo brindan. Pero lo importante en eso son las asociaciones que el joven establece con otros compañeros que anhelan el mismo trayecto o paralelo. En esa asociación el joven se fortalece y seguramente encuentra a los más experientes para que lo apoyen. En mi caso, salí a buscar en talleres de artistas que ya habían recorrido un camino y encontré en José Cláudio, Francisco Brennand, Montez Magno, así como en los compañeros de mi generación, una fuente donde alimentar y consolidar mi camino como artista.

¿Cuáles han sido sus influencias artísticas?
PP - Aunque parezca increíble, las influencias más fuertes que he recibido han venido de lo que yo lograba obtener de mis lecturas. Me fascinaba lo que los grandes artistas internacionales habían logrado formando movimientos, escuelas, estilos, etc., y, desde luego, lo que ocurría acá en Brasil, lo que ya había sido conquistado en la Semana de Arte Moderno, en 1922, y todo lo que resultó de ello, que condujo a distintas ramificaciones en el campo del arte brasileño y latinoamericano hasta nuestros días. Entre esos movimientos internacionales con resquicios en Brasil, el Expresionismo, el Fauvismo, el Cubismo y el Neoexpresionismo, ya en la década de 1970, han sido los que más me han influenciado. En cuanto a los artistas locales, yo nombraría a José Cláudio y Francisco Brennand.

Al inicio de su carrera, ¿ha Ud sido definido como parte de algún estilo artístico?
PP - Sí. Debido a mi interés por el Expresionismo, fui considerado un artista de tendencia esencialmente expresionista, lo cual me satisfacía porque esto era lo que yo pretendía: ser un expresionista en la vida y en el arte.

¿Cómo fue su experiencia en el curso de Leyes?
PP - No le saqué mucho provecho al curso de Leyes porque mi cabeza estaba totalmente involucrada en la idea de ser un artista. Yo iba a las clases pensando en lo que estaba realizando - en aquella época yo pintaba intensamente -, de modo que no tenía motivación respecto de la ciencia del Derecho, que también tiene sus meandros en el campo del arte.

¿Ha estudiado Ud en la Escuela de Bellas Artes? ¿Qué ha traído a su vida artística la participación en ese curso?
PP - Me considero por sobre todo un autodidático, pero la importancia que doy a mi breve paso por la Escuela de Bellas Artes se debe mucho más al contacto que mantuve con las materias y a la compañía de otros jóvenes de la misma generación que también la frecuentaban, como Carlos Montenegro, Gil Vicente, Flávio Gadelha y otros. No me interesaban las formalidades estéticas que pregonaban los profesores, aunque los admirara y respetara. Pero, sinceramente, yo no me identificaba con aquel rigor de la línea - en el dibujo por ejemplo - que tenía que ser representado en las clases. Prefiero lo que se estudia hoy en las escuelas de Artes. Esas escuelas permiten más libertad al joven para que estudie y elija sus caminos. Pero, a la vez, hay un aspecto que se les hace difícil: se trata de la inmensa cantidad de posibilidades y de las influencias que se hacen irremediablemente presentes en esas escuelas. Considero que hoy existe un retorno a la academia respecto del arte - hecho del cual nos liberamos al final del siglo XIX e inicio del siglo XX -, como si de todos modos el artista, sobre todo el joven, tuviera que pasar por ese currículo escolar, es decir, hacer maestría y doctorado. Desde luego, ¿por qué no hacerlo? Eso también sería muchísimo provechoso para los que desean permanecer en el ámbito académico, pero el artista no tiene que seguir, necesariamente, ese camino.

¿Cómo se dio la participación de la artista Piedade en su taller?
PP - No programamos instalar un taller. Piedade leyó una entrevista mía al Diario de Pernambuco, el año 1977, en la que me refería a una serie que yo estaba realizando sobre la temática del desnudo, y le nació el interés por conocerme más de cerca, lo cual nos proporcionó la satisfacción de intercambiar ideas. Mi taller quedaba en el barrio de Rio Doce, yo la invité a posar para mí y ella lo aceptó. Hice una inmensa serie solamente con ella como modelo, después de lo cual invitamos a otras personas para que posaran, y nosotros pintábamos juntos, y no solamente los desnudos sino también, después, paisajes. No fue un largo período. Ni metódico. Todo era muy espontáneo y sin horario. En realidad, ella tenía su taller y pintaba más individualmente, y lo mismo me pasaba a mí.

¿Podría Ud comentar acerca de su arte y/o del medio artístico, al inicio de su carrera, en Olinda y en Recife?
PP - Olinda y Recife siempre han formado uno de los más importantes polos de arte de Brasil, y eso lo confirman los mejores críticos nacionales. En la década de 1970, era uno de los polos con mayor influencia sobre el resto del país, debido a la considerable presencia de artistas consagrados, nombres expresivos que uno puede encontrar en los libros de historia del arte brasileño. Ahora bien, el peso y la hegemonía del Sudeste [de Brasil] siempre han sido visibles debido, más que nada, al poder económico, que centraliza los mejores acontecimientos en aquella Región. Pero si se realiza un estudio individualizado de artistas, seguramente se encontrarán aquí [en el Nordeste] incontables fuerzas. Y en aquellos años [1970] teníamos más visibilidad. Había asimismo más espacios para exposiciones, salones, etc. Fueron años de mucha ebullición artística, pese a las turbulencias políticas.

¿Podría Ud hacer un análisis comparativo de los movimientos artísticos locales al principio de su carrera y en la actualidad?
PP - Los artistas más jóvenes están hoy estrechamente ligados a una concepción artística, y de manera incluso más radical que nosotros entonces. Ellos producen en grupo y piensan en grupo. Creo que éste es un dato nuevo. La cuestión de la individualidad artística está declinando. Además, hay una influencia muy fuerte de los curadores sobre ellos, que impide que se vuelvan independientes. Pero pienso que es este el mejor momento para los artistas jóvenes porque ellos tienen la oportunidad y el poder de cambiar muchas cosas que tienen que ser abordadas. Lo mismo vale para la cuestión del curador, cuya misión debería ser mejor definida, es decir, cuidar de una muestra de arte y llevar al público la concepción del artista, no la del curador, que no puede ser el intpérprete absoluto de esa concepción del artista. Yo diría que el curador debería ser un participante invisible de una exposición. Y no es lo que ocurre hoy: los artistas casi no aparecen porque los nombres de los curadores están en primer plano. Pero se está pensando en todo eso mundialmente, y se está definiendo la función del curador, lo cual es bueno, aunque llegue mucho más tarde a Brasil, como siempre.

¿Qué razón hay para ser artista plástico?
PP - Ser artista es haber nacido con una mirada distinta. Sencillamente se nace así.

¿Alrededor de qué estilos se mueve su dedicación a las artes? ¿Y por qué tales estilos?
PP - Considero que el estilo es la forma natural con que el artista contruye su arte. Se puede comparar a la caligrafía o a una manera de hablar, de expresarse. Y solamente siguiendo todo el trayecto de su vida se podrá identificar su verdadero estilo. En mi caso, no busco crear un estilo sino que dejo que se exprese a lo largo del tiempo. Porque estamos en constante mutación. Siempre he trabajado usando lenguajes variados, y quizás el estilo sea el mismo en todos ellos.

¿Ya se le ha ocurrido dejar de ser artista plástico?
PP - Sería muy difícil dejar de ser artista plástico, y nunca lo he pensado.

¿Qué estímulos lo llevan a Ud a elegir las series de sus obras?
PP - Los estímulos surgen circunstancialmente, sin elaboración racional. Hay que añadir el momento en que tal o cual estímulo ha nacido, el medio y el objetivo que uno encuentra. Luego de la realización de una serie, entro en un proceso de estudio, quizás para que yo pueda entender lo que ha ocurrido.

Se sabe que Ud ya ha participado de taller colectivo. ¿Qué se gana y qué se pierde con esa participación?
PP - El taller colectivo es uno de los hechos más interesantes para el artista, siempre que haya una identidad mínima entre los participantes. Para mí, la experiencia, cuando yo era joven, ha sido muy positiva. En aquel entonces, consolidé amistades, pero eso no significa que no hubiera mucha polémica - lo cual era placentero - sobre asuntos relacionados al arte. Luego, llega el momento en que cada participante del grupo busca sus propios caminos, y ocurre un alejamiento natural, pero queda el recuerdo de una convivencia inolvidable.

¿Cómo se dio la participación de aquel taller en la fundación de la Asociación de Artistas Plásticos de Pernambuco?
PP - La consolidación de la AAPP-PE resultó de un esfuerzo colectivo de artistas pernambucanos, formando una unidad, y nosotros, del Espacio 190, participamos en su directiva. En otro período, tuvimos a Fernando Guerra como [el segundo] Presidente de la Asociación. Nos impulsaba aquel deseo colectivo de formar una fuerza política con miras a ejercer influencia sobre las instituciones y las secretarías de cultura. Nosotros, artistas, por medio de esa representación profesional, logramos, por ejemplo, que se aprobara un proyecto de ley municipal según el cual se obligaba a que hubiera alguna obra de arte en los edificios públicos. Esa ley todavía está en vigencia. Esa conquista resultó de un esfuerzo muy amplio de toda la comunidad artística, sin privilegio para ningún grupo, mucho menos el nuestro. Nosotros solamente fuimos participantes en toda esa lucha.

¿Cómo conoció Ud al artista José Cláudio?
PP - Conocí a José Cláudio cuando éramos vecinos en la playa de Rio Doce. En 1976, me lo presentó mi padre, su conterráneo. De entonces en adelante, hemos tenido una convivencia muy estrecha y fraterna. Yo frecuentaba a menudo su taller. Y como él era un artista consolidado y con una historia respetable, traté de disfrutar lo mejor que pude de sus conocimientos y experiencia. Yo leía y pintaba mucho en aquel período. La lectura se concentraba en todo lo que se refiriera a arte, historia y crítica. Cambiábamos impresiones sobre pintura y sobre lo que ocurría en esa área.

¿Qué cicatrices guarda Ud y de qué manera ellas tienen influencia sobre sus obras?
PP - No creo en cicatrices personales como fuerzas que influencian el trabajo. Las que yo tengo son las mismas de todos los brasileños: las de vivir en un país que todavía está lejos de todos los patrones de los países desarrollados, y en que la cultura está en último plano. Y cuando un país se encuentra en esa situación, las influencias culturales de la "corte" son cada vez más fuertes, y, nosotros, acá, las recibimos como si vinieran de iluminados. Pero hoy hay también una tendencia muy fuerte de respetar a las diversidades culturales. Menos mal. Pienso que cada vez más esa hegemonía norteamericana y europea se está debilitando frente a la grandeza de las culturas africana, asiática, latinoamericana y de Oriente, que pertenecen a un filón de la humanidad de importantísima formación en el pensamiento humano. El arte que realizo busca sobreponerse a esas cicatrices de manera independiente.

¿Qué importancia tiene el hacer artístico para el arte? ¿Y cómo Ud analisa el hacer artístico en la contemporaneidad?
PP - En el campo del arte, la humanidad ha llegado a un punto muy importante, luego de tantos experimentos en distintas concepciones en el campo de la estética. Salir de las cavernas - donde el artista encontraba la forma mágica en la representación de los animales con miras a conseguir la caza - hasta el punto al que hemos llegado hoy, con todas las informaciones y la tecnología, motiva al artista hacia múltiples caminos. O él revive, con la visión contemporánea, ese inmenso pasado, o trata de machacar lo nuevo, que es una utopía. Quizás encuentre el artista contemoporáneo más consistencia en unir ese pasado - que es la tradición - a los nuevos materiales existentes para la construcción de su obra. Los lenguajes son innumerables y propios para las variadas visiones actuales del arte.

¿Qué influencia ejerce el mercado sobre el arte?
PP - El mercado de arte es uno de los aspectos importantes para la consistencia del trabajo artístico, pero hay muchas deformaciones en ese mercado. Por ejemplo, en el siglo XIX, contaban los académicos con un mercado increíble. Vendían por todos los poros. Los impresionistas, a su vez, al inicio de sus embestidas, se vieron excluidos de ese mercado. Actualmente, una obra impresionista, incluso las menos significativas, valen millones. En nuestros días, muchas obras de artistas contemporáneos han sido sobrevaloradas, y luego entraron en declinio. Hay que tener en cuenta que muchas obras geniales estuvieron lejos de una valoración en el mercado, y después fueron descubiertas. Es como si existieran dos mundos: el del artista creador, que puede ser valorado o no, y el del mercado, que puede valorar temporalmente determinada obra, que, con el tiempo, no tenga ningún valor. Creo que el mejor evaluador de una obra de arte se llama tiempo, el cual también consolida su valor histórico. Pero, pensando objetivamente, mientras estamos construyendo nuestros trabajos - y como cualquier trabajador, los artistas no están lejos de esa realidad -, es vital contar con un mercado que permita los medios de supervivencia para seguir la vida con dignidad. Lo que pasa es que en Brasil el mercado todavía es incipiente, y hacen falta muchos factores para que podamos consolidarlo. Actualmente, los más importantes mercados de arte del mundo se encuentran en los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Espanha, y no es coincidencia que todos ellos sean países donde ocurren los mejores eventos relacionados a las artes plásticas. Tengo plena conciencia de que el arte y el artista no pueden existir sin el mercado, pero a cada siglo cambian las concepciones y los valores.

¿Para qué sirve el arte?
PP - He aquí una de la contestaciones más difíciles, y que se renueva a cada importante período del pensamiento humano. El arte ha servido a las religiones, a los Estados totalitarios, a los tiranos. Pero hay un punto al cual tiene que llegar el arte: el de inducir al hombre a pensar con independencia. Pensar el arte mismo, sin las muletas de otras ciencias o filosofías. Estamos en este paso: para justificar la creación, recurrimos a muchos conocimientos ajenos al arte, y casi abandonamos las infinitas posibilidades que él ofrece. El arte es conocimiento - y específico -, pero muchos lo olvidan.

¿Qué piensa Ud sobre el arte como comunicación?
PP - Desde la éposa de las pinturas rupestres, ocurre la búsqueda de la comunicación y el entendimiento entre el hombre y su medio. Y hoy estamos involucrados en esa comunicación, sea cual fuere el lenguaje artístico, porque ésa es una de las necesidades de nuestro siglo. Hoy sería imposible excluir el arte de la comunicación.

¿Hay algún sentimiento de grupo entre los artistas plásticos?
PP - Creo que sí. Pese a las divergencias en cuanto a las visiones artísticas, ellos se unen en un objetivo primero, que es el de participar en una creación de su tiempo y en las necesidades que los envuelven en su actuación como artistas. Pero en Brasil nos hace falta imitar a artistas como los españoles, que defienden intereses comunes en la relación con el mercado de arte, con instituciones y con el Estado. Ellos representan una fuerza en ciertas negociaciones para alcanzar sus metas.

¿Qué importancia tiene la polémica en el arte?
PP - No puede haber apatía en el arte. La polémica es de profunda necesidad para su desarrollo. Sin polémica no existirían movimientos importantes que han hecho historia ni artistas que han dejado su huella como creadores y pensadores del arte. La polémica es como la cosecha del trigo: sólo queda lo esencial.

¿Qué influencia ha ejercido lo social en su arte?
PP - El artista no tiene que, necesariamente, representar lo social en su arte, pero tampoco puede escapar de una realidad que se encuentra en su creación: ella refleja el medio social cuando el arte representada transmite un carácter verdadero. La forma como participamos, como artistas, también se refleja en el medio social y puede penetrar en nuestro arte, independientemente de nuestro juicio.

¿ Qué poema le describe a Ud y a su arte?
PP - "Só" (Solo)

Soy el más solo.
El más solo de este mundo.
Por eso contra mí
Los gallos cantan,
Ladran los perros...
               Fácilmente.
Sin trabajo, en mí mismo me absuerbo
Indefinidamente.

Joaquim Cardozo

¿ Cuál es el propósito de su arte?
PP - Pienso que todo artista tiene el mejor propósito para su arte, y no podría pensar de otra forma. Pero lo mejor es estar conciente de que con nuestros más puros anhelos no alcanzaremos más que una comunicación con el público; y para ello es necesario transmitir una verdad, es decir, que el arte no sea un pastiche de otras verdades, sobre todo las que nos imponen los grandes centros del Planeta. Tenemos que creer que nuestras pequeñas verdades, las de nuestros patios, pueden muchas veces representar grandes realizaciones.