Plínio Palhano
PERNAMBUCO SIN MEMORIA
"El impulso inicial del movimiento modernista partió de las artes plásticas".
Manuel Bandeira
Abaporu fue el título que Tarsila do Amaral dio a su obra, realizada en 1928, y que entusiasmó a su marido de entonces, Oswald de Andrade. Se trata de una pintura que, según aquella artista, surgió representando a una extraña figura de aspecto salvaje. Tarsila trató de investigar para hallar un nombre que identificara aquella creación. Abrió un diccionario de lengua indígena y encontró: Abaporu, que significa antropofágico. He ahí el inicio de la fase antropofágica de Tarsila do Amaral... A partir de esa obra, desarrolló Oswald de Andrade una teoría relativa a la natural antropofagia brasileña, en el sentido de que comemos todo lo extranjero, con miras a definir una personalidad nacional.
A propósito de las conmemoraciones de los 80 años de la Semana de Arte Moderno (1922), evento cuyos reflejos llegaron a Recife y que contó con la participación de artistas del Estado de Pernambuco, los órganos públicos locales todavía hacen "tímidas" referencias a ese marco histórico representativo para el arte actual, con lo que se pierde la oportunidad de profundizar la discusión destinada a entender a ese casi secular movimiento en el campo del arte brasileña.
Los principales espacios públicos (museos y galerías) han mantenido en sus agendas para el año 2002, divulgadas por la prensa, un programa que hasta cierto punto no se compromete con la atención que se daría, ese año, a las cuestiones relacionadas al movimiento modernista. A la Fundación Joaquim Nabuco, que tiene una galería que lleva el nombre de Vicente do Rêgo Monteiro, le tocaría la tan reivindicada restrospectiva de ese artista, uno de los más destacados representantes del Estado [Pernambuco] en aquella Semana en São Paulo, y que ya presentaba entonces obras sobre temáticas nacionales más avanzadas que las de muchos de sus pares en la exposición de artes plásticas, en 1922.
La Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), que tiene en su Departamento de Cultura, en la calle Bemfica, obras de Vicente do Rêgo Monteiro, no las exhibe al público. A su vez, el Curso de Artes Plásticas tampoco busca en esa representación la investigación histórica o estética. Por su parte, al Museo de Arte Moderna Aloísio Magalhães, creado, como su nombre señala, para tratar de temas como ese, le tocaría otra retrospectiva no menos didáctica e importante: la de Cícero Dias, considerado hoy la gloria del arte de Pernambuco, el modernismo vivo, todavía no debidamente estudiado en este Estado. Se daría así la oportunidad a la comprensión más profunda de su dimensión histórica. Pese al reciente lanzamiento del libro "Cícero Dias: una vida por la pintura" - financiado por empresas privadas -, evento realizado en los jardines del Palacio del Campo de las Princesas [del Gobierno del Estado], ello no ha sido suficiente para que Pernambuco pagara esa deuda a la ilustre presencia artística.
Con dos grandes retrospectivas - Vicente y Cícero -, aquí estarían presentes artistas, críticos, museólogos y curadores, discutiendo la participación del Estado en el Modernismo brasileño, lo cual seguramente permitiría, además de la visibilidad histórica, un conocimiento actualizado sobre la contribución estética de esos artistas pernambucanos.
Desde luego que los gestores públicos, desde las administraciones anteriores, han tenido tiempo para marcar, de manera significativa, la presencia de Pernambuco en las conmemoraciones del Modernismo brasileño. Pero, en vez de hacerlo, estaban navegando en las aguas ilusorias del Guggenheim, que se quedó con más de 8 millones de dólares que le pagamos para que realizara la exposición Brasil Cuerpo y Alma, en New York, y de Pernambuco llevó el altar del monasterio de São Bento, de Olinda, quizás la única representación artística que los del Guggenheim consideraron digna de representarnos. Hay que destacar, en este contexto, la iniciativa del artista plástico Paulo Bruscky, que desarrolla importante investigación sobre Vicente do Rêgo Monteiro, y su intención de, futuramente, poner a la disposición, para consultas del público, el acervo que investiga. Iniciativas como esa pueden llevar a la creación de una base da datos, amplia y permanente, donde los investigadores, estudiantes o ciudadanos comunes pudieran ubicar movimientos artísticos que han hecho y hacen la historia de las artes en Pernambuco.
¿Por qué no llevar a efecto ese acceso a la investigación mediante convenios con las universidades y empezar a formar una base de datos sobre artes plásticas? Sería plenamente positivo, además de democratizar la información para la sociedad.
Es posible tratar de la memoria a través del diálogo con el arte actual, lo cual se nos demuestra en otros centros de producción artística en Brasil, como ocurre, por ejemplo, en la ciudad de São Paulo, donde la historia del arte es preservada y compartida con las universidades, que ofrecen el apoyo técnico y científico. En estos momentos, además de lanzar la 25ª edición de su Bienal, la tercera más importante del mundo, con la temática Iconografías Metropolitanas, está realizando, simultáneamente, y en igual nivel de importancia, muestras de colecciones privadas con obras de artistas del siglo XX en el Museo de Arte Moderna de São Paulo, con títulos - Espejo Salvaje: Arte Moderna en Brasil en la Primera Mitad del Siglo XX (Colección Nemirovsky); y Paralelo: Arte Brasileña de la Segunda Mitad del Siglo XX en Contexto (Colección Cisneiros) - que seguramente remiten a una reflexión y reevaluación del Modernismo brasileño.