Plínio Palhano
SALÓN DE ARTES DE PERNAMBUCO

En la década pasada, Pernambuco se alimentó, por medio de sus artistas, de movimientos e instituciones culturales, lo cual se demuestra mediante la multiplicación de la producción independiente en Recife, de los talleres que mantienen vivo el movimiento de las artes plásticas en Olinda y del arte popular, que se nos presenta de manera tan fuerte.

Entidades como el Instituto Ricardo Brennand, fundado por el empresario Ricardo Brennand, con la excelente exposición de Ekchout, las muestras del Espacio Cultural Bandepe, organizadas por Carlos Trevi y, particularmente, el Instituto de Arte Contemporáneo - IAC -, cuando actuó en el Barrio de Recife Antiguo, entre 1996 y 1998, gerenciado entonces por Helena Pedra, son organizaciones que demuestran competencia e independencia estética y partidaria.

El IAC, en corto período, movilizó artistas, académicos, empresarios y público en general, trayendo de varias regiones de Brasil la discusión de las Artes Visuales en la Educación, la Cultura, la Ciencia, a través de un diálogo plural e intercambio de informaciones conjuntamente con Inglaterra, Italia, Francia y Bélgica. Espacio Cultural cuyo legado no permite retrocesos, al IAC se debe el surgimiento de nuevos artistas y la expansión sobre Recife del sentido de contemporaneidad, influenciando, en el mismo período, el Museo de Arte Moderna Aloísio Magalhães - Mamam - y la Fundación Joaquim Nabuco respecto de la actuación de algunas de sus galerías. Ha sido tarea suya, además, garantizar un lugar para Pernambuco en la Comisión Consultiva del Salón Nacional de Artes Plásticas. Raros han sido los centros que, como el IAC, han interaccionado con tanto vigor en su medio en un momento de crisis en el sector; y, aunque institucionalizado, el Instituto no se puso al servicio de modelos oficiales.

Actualmente, Pernambuco ofrece su 45ª Edición del Salón de Artes, rellena de polémica, como suele naturalmente ocurrir en todos los Salones Oficiales, y eso desde los que ya nacieron envejecidos en la París del siglo XIX, siempre con restricciones frente a los miembros del jurado, a su actuación en la elección de artistas, etc. La discusión contemporánea no se limita solamente a los nombres de artistas, sino que cubre sobre todo la concepción de la muestra y la forma por la cual ella abarca el panorama de lo que ocurre en el ámbito del Estado y el lugar que ocupa en el plano nacional.

Esa nueva edición ha buscado, en una sola embestida, realizar, en el espacio de la antigua fábrica Tacaruna, varias exposiciones simultáneas, lo que desvía el foco central, que sería una muestra de obras inéditas que disputarían, en ese caso, las becas de estímulo a la investigación. Las demás acciones del Salón - las que pretenden mostrar la importancia de los movimientos artísticos, las de carácter didáctico o las relativas a grupos emergentes - caberían en espacios paralelos, en un desarrollo aparte. Cada una de ellas, por sí sola, ofrece una amplia dimensión debido al nivel de selección exigido, una vez que es precedida por la recolección de datos y estudios profundos sobre la historia de las artes plásticas em Pernambuco.

La Sala Especial, preparada para el 45º Salón, y que reunió la producción de casi treinta artistas previamente seleccionados, escapa a la sensatez. La falta de difusión de los criterios de elección no deja claro para el público, por ejemplo, si esos artistas participan de la Sala Especial como invitados por el conjunto de su obra, si debido a su importancia histórica, si por su actuación en el mercado profesional o si por simple consideración personal. Y, por fin, tampoco se informó a quién se destina la premiación de las becas de incentivo, muy divulgada por la prensa, como una acción innovadora de ese Salón. Por eso, tratándose de un salón público, las actitudes deberían seguir comportamientos éticos y universales, como editales, reglas, criterios y comisión para juzgar a las obras. Se supone que un salón anual de artes debe mostrar las más recientes investigaciones estéticas propuestas, y su concreción acorde con tal perfil exige una curadoría que esté dispuesta a formar una idea macro de las artes plásticas hasta donde alcance la muestra.

Desde luego que nuestra visión sobre el formato de esos salones está en conexión con lo que ocurre en los países del Primer Mundo, porque la globalización por fuerza así lo induce, y como nosotros deseamos buenos resultados del otro lado, intentamos pobremente imitarlos de la manera como nos conviene. De tal forma, le echamos la culpa más fácilmente a nuestras deficiencias por falta de recursos para realizar algo sin poder creativo; sin embargo, la iniciativa de revivificar el Salón de Artes tiene, por sí sola, un gran mérito, incluso porque el nuestro es uno de los más importantes del país y ha acompañado a generaciones que han dado contribuciones innegables a la historia de las artes.