Ângelo Monteiro
El Código de Fuego

El arte de Plínio Palhano es "desorientante" y "desorientador".

Es él uno de esos artistas que, pese a su alto nivel informacional, jamás logrará producir un arte derivado. Constituye su pintura, por lo tanto, una instauración basada en su propia visión de la Realidad, y, bajo ese aspecto, es dominantemente visionaria. Las formas se presentan como si el genio del artista las sometiera a un proceso de recreación continua, sin que se dejen encuadrar en un modelo fijo y acabado. Es un diluvio de colores o un código de fuego inmemorial que parece reactivar mensajes perdidos y olvidados, y, a la vez, sugerir el nacimiento de algo totalmente nuevo y avasallador para nuestra conciencia o para nuestro inconciente en vigilia.

Expresionismo e Impresionismo se funden en el mismo pintor. Nunca podemos decir si en Plínio es la abstracción o el sueño el que habla más alto. Pero en él se nota una visión tensa y vigilante sobre las cosas que, en su constante mutación, se renuevan perpetuamente frente a nuestros ojos. Riqueza y vitalidad rebasan en borbotones cada pincelada suya, aturdiéndonos e inquietándonos con las poderosas lavas de un volcán interior. Pintor sobre todo mágico y visionario, preserva Plínio, empero, la presencia de ciertas constantes o arquetipos como llamas o mándalas, juegos florales o estelares, formas humanas y extrañas formas animales entrecruzándose como en una alfombra impulsada por un fuego vivo y alucinante, que no se detiene, pero que parece propagarse más allá del límite de sus cuadros.

La naturaleza tropical se encuentra asimismo presente a través ciertas sugerencias vivas que, sin embargo, demarcan la distancia respecto de los instatáneos realistas tan corrientes en parte de nuestra pintura. Eso se debe a que Plínio Palhano está más preocupado con la forma o el ser de las cosas que con la materia inmediata por medio de la cual las cosas se nos manifiestan. Creando un arte de plena sensibilidad, Plínio no lo confina, sin embargo, en las redes de lo sensible y, por esa razón, su Pintura se abre hacia una correspondencia con otras artes, como la Música y la Poesía, porque no es en lo anedóctico o en lo histórico, sino en su mensaje interior, que ella encuentra su ruta hacia la realización. Al dominar como pocos la técnica de la pintura, jamás se siente en él a un técnico que sólo usa su tema como pretexto para cumplir un frío y neutral oficio. En él, lo luminoso supera a lo meramente técnico, porque es de luz y de color, es de sol y de vida que Plínio Palhano se alimenta y lleva a su pintura a alimentarse. Atemporal, inespacial, la gran pintura de Plínio Palhano se encuentra en el extremo opuesto al ejercicio laborioso de quien ve al arte tan sólo desde un ángulo estrechamente racional. Por ello, cada cuadro suyo transmmite espanto e inquietud, y es inquietud y espanto que el gran arte necesita para existir y permitirle al hombre, por su intermedio, sobrevivir.

Recife, 31 de mayo de 1985

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